Un tinto aligerado de cuerpo, pero no de alma, de una de las bodegas riojanas más autoexigentes
Tras la caída de las ventas de los vinos más caros de la gama superior, el imparable descenso del consumo en el segmento medio-alto y la aparición de nuevas e innovadoras ofertas de marcas rompedoras basadas en el marketing,las bodegas diseñadas para elaborar vinos de máxima calidad, como es el caso de Roda, han tenido que completar su oferta con productos más asequibles, tanto económica como sensorialmente, destinados a un público joven, no tan exigente y con menor poder adquisitivo.
Y hacerlo sin que ello suponga merma del prestigio logrado con sus marcas tradicionales. No es fácil cuando el peso de los hermanos mayores es tan notorio. Pero el objetivo ha sido plenamente rebasado con Sela 2014, un tinto aligerado de cuerpo, pero no de alma, y con el ADN de una de las bodegas riojanas más autoexigentes.
Hay con respecto a otras añadas mayor expresión del terruño y una más nítida impronta del roble, que es la línea melódica que singulariza sus vinos. Así, los leves tostados y el fondo de especias se integran amablemente en la intensa carga frutal, madura, fresca y balsámica. Una elegante y sensible composición aromática que tiene su réplica en la boca suculenta, donde domina el buen gusto con su sedosa y lozana frutosidad.
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